Antonio Antonio Antonio

El tema del surf es una movida ya de deportistas. Hasta existen niños que sólo hacen movimientos sobre las olas que únicamente tienen un fin: puntuar.

El puntaje y el éxito en una nube de mediocridad. Adiós y buena suerte a los que a través de expresiones, sentimientos, pesos, dedos, pliegues, estados de ánimo o influencias externas llevaban su surf como una denominación de origen. Adiós y buena suerte al arte.

A día de hoy te encuentras a grandes deportistas que tienen un gran reconocimiento por sus victorias en competiciones. Son el Mercadona. El free surfer local con estilo y uñas como percebes es ahora la tienda de ultramarinos de toda la vida que es casi un negocio ilegal. Ir a surfear por libre es como fumar. Todo está mal visto menos para Antonio Antonio Antonio, de nombre Antonio y de apellidos Antonio.

El triple nombre era parte de su seña de identidad pero lo que le atormentaba al bueno de él eran todos aquellos Michi Panero que habían desaparecido de la playa sin saber que La Estanquera de Vallecas era una obra maestra del cine.

A Michi lo llamaban el escritor sin libros. Era un dandy y un vividor. Un articulista estridente y diletante. Hijo de poetas y presente en el culto de El Desencanto. Alcohólico y director de la Movida Madrileña a ratos era una mente brillante pero hasta casi su muerte sus textos no salieron a la luz. Hacía surf pero no tenía títulos ni victorias diría Antonio. Escribía pero no publicaba libros.

Los nuevos surfistas no aportan más que laureles para unos cabezas. Los de antes creaban cine, diseños, música, avances en fotografía, mapas, tendencias en moda y eran put@s influencers de verdad. Antonio sólo quería cagar fuera de la taza del inodoro.

La vida nos dejó a gente como Brown, Curren, Divine, Anderson, Dora… y ahora están los que están. La literatura necesita de vivencias, de historias y de vidas ajenas.

Antonio quería descansar su mente. Había cogido muchas olas, estaba exhausto y débil. Acudió a hacer pis muy flojo y divisó su pene muy pálido, tanto que estaba realmente estrecho pero no encogido. Simplemente enclenque y muy venoso, pálido y finito. Antonio pensó en un mal de ojo por todos esos malos pensamientos acerca del surf moderno.

Antonio estaba preocupado, Antonio dejó de hacer surf por un tiempo. Se dedicó a su pálido pene, a cuidarlo y a darle cariño con un pañuelo de amebas de colores morados y turquesas, porque nada es bueno en exceso y eso lo sabía Antonio mientras se alejaba a su cabaña de invierno en la Sierra de Gredos.

Ahora mismo Antonio duerme en su cama con sábanas de seda abrazado a un cojín con una foto de Tomás Roncero, periodista deportivo de dudosa credibilidad. Bien por Antonio, es un enclenque. El surf es un monstruo despiadado que ya no necesita ni a tres Antonios.

Cerveza Salada

Cerveza Salada

Edición y redacción de Cerveza Salada. Más de Andy que de Kelly. Mejor un mal día de surf que un buen día de trabajo.
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