Veo que el artículo sobre mi opinión de Instagram ha gustado bastante. Es lo lógico, era bastante divertido, espero que no os parezca mal que os lo diga.
Yo soy sólo un muñeco inanimado, pero creo haber entendido de que iba esto. La mayoría también, pero siempre hay alguno que me tiene muy despistado. Mi fe en el ser humano es muy pequeña, pero esa poca que tengo es inquebrantable, lo que no es óbice para que se vea puesta a prueba cada dos por tres.
Husmeando un poco, os prometo que lo que cuento ahora es real, estoy leyendo a gente quejándose de que me quejo. Gente que me lee, se enfada y me aconseja que no vea las fotos que critico. Gente que da consejos que no se aplica. Gente enfadada por leer mi artículo que dice que no haga cosas que me enfadan. Esto es así.
“Si no te gusta no veas las fotos, deja de seguir y no te quejes.” WHAAAAAAAAAATTT??????? A veces creo que me estáis vacilando. Es imposible. No puedo entenderlo. ¿Cómo puedes dar ese consejo y no ser capaz de aplicártelo ni durante el mismo tiempo que lo estás dando? Flipante.
Y luego están mis favoritos que te acusan de vivir en una atalaya moral y ellos mismo se erigen en otras. “¿Cómo se te ocurre decir a ti lo que está bien y lo que está mal? Ya te lo digo yo, estate tranquilo.” Joder yo soy un muñeco, pero como te lo puedes tomar todo tan en serio. Pero te aseguro que, si a ti no te parece bien lo que está bien o mal según mi criterio, menos me lo va a parecer a mí.
¿Cómo os quedáis? Yo a cuadros.
Dicho esto, me mola mucho que os quejéis, sino esto sería muy aburrido, quejaos más, coño. Sino nos llevásemos la contraria seríamos todos un poco más tontos, yo el que más. Aunque de eso ya os hablé en mi artículo El traje nuevo, el emperador y mi confusión. Eso sí, coherencia, que si no me da un vahído y tampoco se trata de ir a hacer daño.
Ahora ya lo sabes.